En la fotografía superior izquierda de la portada observamos la pintura mural con el barco-canoa más antiguo del mundo. Se ubica en los murales paleolíticos del abrigo rocoso Bradshaw, en Kimberly, Australia. Los pigmentos de la pintura no se pueden datar ya que ahora forman parte de la roca; sin embargo, un nido de avispas (con restos de barro) fosilizado y empotrado en las pinturas arcaicas, ha sido fechado con Carbono 14 por el Dr. Damien Finch, de la Universidad de Melbourne, y sus estudios publicados en Quaternary Geochronology dieron una antigüedad de 12.000 años.

Lo sorprendente de la embarcación es que cuenta con un timón en la popa, gran invento que fue utilizado miles de años antes que los romanos y que los chinos. La proa y la popa son enormes, lo que plantea varias incógnitas: desde el punto de vista técnico, su fabricación requirió o de un árbol gigantesco —lo cual implica una tecnología relativamente avanzada para la talla del árbol y para la manufactura de la embarcación— o igualmente nos devela la tecnología para unir troncos y mantenerlos firmes. Su tamaño indica la capacidad para navegar en mar abierto y solventar el bravo oleaje.

La pintura mural de Kimberly demuestra que nuestros ancestros precerámicos se aventuraron al mar para poblar Australia. Los mares pueden ser vistos como infranqueables fronteras, pero desde tiempos ancestrales los seres humanos navegaron hacia lo desconocido.

La fotografía inferior izquierda de la portada nos muestra cómo a partir del Creciente Fértil (territorio que ocupan actualmente Israel, Turquía, Siria e Irak)  los Natufienses (primeros grupos humanos en elaborar pan y cerveza) se dispersaron por Europa y, hacia el año 8 300 a.n.e, navegando, poblaron las islas del Mediterráneo. En su diáspora llevaron consigo a la incipiente domesticación de semillas, cabras y ganado vacuno.

En la Isla de Malta se ubican algunos templos Neolíticos muy interesantes ya que, en lugar de ser construcciones redondas o cuadradas como la mayoría de las construcciones neolíticas, son rectangulares pero con dos muros redondeados en sus extremos, develando un estilo arquitectónico propio de su diferenciación insular, cohesión social, comercio marítimo y una incipiente religión, todo ello hacia el 6 300 a.n.e.

En la fotografía superior derecha de la portada observamos las canoas exhibidas en el Museo Luigi Pigorini, Roma, Italia. Fueron localizadas en el puerto-astillero Neolítico conocido como La Marmotta, ubicado en el Lago Bracciano, a 60 km de Roma.

Al encontrarse a varios metros bajo el agua, la madera de las canoas se conservaron casi intactas; en ellas y a su alrededor se encontraron miles de semillas pertenecientes a 23 especies diferentes de plantas, así como recipientes de cerámica.

A un costado del puerto-astillero un connotado grupo de investigadores dirigidos por el Dr. Nicolás Mazzuco, de la Universidad de Pisa, Italia, localizaron cuerdas y cestos; sus estudios de fitolitos dieron a conocer que en esas canoas transportaron cuadrúpedos, de los cuales nuestros ancestros empezaron a obtener leche.

Desde el Paleolítico nuestros mayores experimentaron con plantas, hongos y sustancias animales enteógenas, así como plantas psicotrópicas.

Entre las hoces de madera que utilizaron los neolíticos de La Marmotta hace 7.500 años, los científicos de la Universidad de Pisa descubrieron polen de una de las setenta y seis especies de Oenanthe, planta que al consumirse verde produce embriaguez y alucinaciones, al mismo tiempo que náuseas y dolor de cabeza.

Igualmente se estudiaron los taxones de polen provenientes de plantas ribereñas, encontrando restos de Nynphaea alba, planta semejante a la Nynphaea ampla, planta conocida en maya t’aan como Nahb’ (apelativo homófono para mar y patio), ampliamente difundida en la iconografía maya. Sus rizomas fueron utilizados en la ingesta ritual como vehículo para acceder a un portal psicoactivo durante las ceremonias y las danzas que testimoniamos en las imágenes de los Vasos del Petén o en los murales de Bonampak (imagen de la Nynpahea ampla en la parte inferior derecha de la foto de portada).

La Dra. Maria Teresa Uriarte, en la revista Arqueología Mexicana núm. 71, pp. 68-71, comentó al respecto de la Nynphae ampla: “No cabe duda de que la asociación de esta flor con lo acuático fue un tema importante para los artistas prehispánicos. Esta flor acuática (Nymphaea ampla) tenía innumerables simbolismos en el mundo prehispánico y se representó en una gran variedad de obras de arte a lo largo y ancho del territorio mesoamericano, por eso me parece interesante analizar diversos aspectos de ella, así como sus vinculaciones con algunos temas trascendentales de la ideología mesoamericana”.

Desde los lejanos tiempos carentes de memoria pétrea hasta las sociedades agrícolas rituales, como la maya, las Plantas de Poder acompañaron a los rituales y a las ceremonias en las que con su ingesta, se borraba el filtro entre lo tangible y lo evocable.

Una expresión contemporánea y transfigurada de esta búsqueda neolítica y maya, la constatamos en las raves de Tulum, rituales contemporáneos que congregan a cientos de personas quienes a través de la música y la ingesta de las drogas sintéticas, experimentan una realidad alterna… tal y como lo hacían nuestros mayores batiendo sus tambores en las danzas delante a sus  templos o alrededor del fuego neolítico y, miles de años después, igualmente en los patios-mares primigenios de las ciudades mayas.

Editor: Claudio Obregón Clairin

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