En todo el mundo, los gatos presentan una gran variedad de pelajes, razas y colores. Entre los patrones más conocidos se encuentran los calicó, atigrados y carey, que se distinguen por sus diseños únicos. Sin embargo, hay una característica que sobresale entre todas: las patas blancas. Esta peculiaridad, que hace parecer que los gatos llevan “calcetines”, ha intrigado a los amantes de los felinos durante mucho tiempo.

Para entender por qué tantos gatos tienen patas blancas, debemos retroceder aproximadamente 10,000 años, a los inicios de la domesticación de estos animales. Según Leslie Lyons, profesora emérita y directora del Feline Genetics Laboratory en la Universidad de Missouri, este proceso comenzó cuando los humanos y los gatos descubrieron que podían beneficiarse mutuamente. A medida que los humanos adoptaron la agricultura, comenzaron a acumular cereales y desechos, atrayendo a los roedores. Los gatos, cazadores expertos, controlaban la población de roedores, protegiendo así los alimentos de los humanos. A cambio, recibían alimento y refugio.

La especie de la que descienden los gatos domésticos, Felis silvestris, habita en África y Eurasia. Estos felinos son cazadores sigilosos, lo cual es crucial para su supervivencia en la naturaleza. Los patrones de pelaje de camuflaje les permiten pasar desapercibidos, especialmente en sus primeros meses de vida, cuando son más vulnerables. No obstante, los primeros humanos que convivieron con gatos comenzaron a preferir aquellos con características distintivas, como las patas blancas, que se alejaban del típico camuflaje.

Este rasgo, según Lyons, se convirtió en un signo de mansa domesticación. Así como sucedió con otras características deseables, como un comportamiento tranquilo, los humanos favorecieron y protegieron a los gatos con patas blancas, asegurando su supervivencia y reproducción. Este fenómeno no es exclusivo de los gatos; también se observa en otras especies domesticadas, como caballos, cerdos y vacas.

La aparición de patas blancas en los gatos se debe a un proceso que ocurre durante el desarrollo embrionario. Las células responsables del color del pelaje se originan en la cresta neural, situada a lo largo de lo que será la espalda del gato. A medida que el embrión se desarrolla, estas células migran hacia abajo por el cuerpo. Si las células se desplazan lo suficientemente rápido, el resultado es un gato de color sólido. En los gatos con patas blancas, estas células no llegan al final de su trayecto, dejando áreas sin pigmentación.

Así, la preferencia humana y la genética se combinan para crear una de las características más entrañables de nuestros compañeros felinos: las patas blancas que parecen calcetines. (Con información de Infobae)