En 2021, un grupo de investigadores dirigidos por el arqueólogo turco Eylem Özdoğan, descubrieron en el pueblo Sayburç, Turquía, los vestigios de un sitio neolítico ubicado a 60 km del río Eufrates. Se trata de unos relieves esculpidos en la roca madre y Özdoğan considera que tienen 11 mil años de antigüedad.

En la escena aparecen dos humanos y tres animales con la misma proporción que forman parte de un relato más extenso que aún no ha sido excavado ya que se precisa derribar varias casas.

En el lado derecho del relato se ubican dos leopardos delineados, ambos flanquean a un individuo en relieve. Los felinos evidencian su ferocidad, muestran sus dientes pero interesantemente carecen de colmillos, las colas de ambos felinos están encorvadas hacia sus cuerpos lo que en el lenguaje de los leopardos representa el instante previo al ataque. El individuo en relieve, coloca su mano derecha en su pene erecto.

En la segunda parte de la escena ubicada en el lado izquierdo, se observa a otro individuo en cuclillas con su pene erecto, sostiene en su mano derecha a una serpiente y frente a él, un Bos taurus (antecesor del toro) fue delineado en la roca, está de perfil y con la cabeza torcida, como si se observa desde arriba.

Cuando sea excavado en su totalidad el sitio de Sayburç, surgirán imágenes y contextos arqueológicos que nos permitirán comprender el mensaje plástico e intuir la funcionalidad del espacio. Al momento observamos que en los albores de la vida urbana y en Sayburç, los cazadores-recolectores contaban con un imaginario que veía como unidad conceptual a los animales alfa y a la satisfacción sexual masculina.

Eros, Thanatos y Ananké

En los capítulos III, IV, V y VII de “El malestar de la Cultura”, Sigmund Freud plantea un origen social humano sustentado en la violencia del más fuerte como acontece en el reino animal donde por cuestiones biológicas de supervivencia, el cuidado de la prole “y una cierta evolución sufrida por la necesidad de satisfacción genital”, las hembras aceptaron quedarse junto al macho dominante.

En la visión freudiana de las relaciones sociales entre animales y por extensión, entre los seres humanos, Eros y Ananké (amor y necesidad) serían los padres de la cultura humana que para su cabal desarrollo, se precisó tiempo después de los tabúes y de las leyes.

Freud menciona en la obra citada: “Por eso abordo con entusiasmo la posibilidad de que surja una modificación de la teoría psicoanalítica de los instintos, al plantearse la existencia de un instinto agresivo, particular e independiente”. Freud, nos convoca a reflexionar sobre la complicidad entre Eros y Thanatos: “Pero no era nada fácil demostrar la actividad de este hipotético instinto de muerte. Las manifestaciones del Eros eran notables y bastante conspicuas; bien podía admitirse que el instinto de muerte actuase silenciosamente en lo íntimo del ser vivo, persiguiendo su desintegración; pero esto, naturalmente, no tenía el valor de una demostración. Progresé algo más, aceptando que una parte de este instinto se orienta contra el mundo exterior, manifestándose entonces como impulso de agresión y destrucción. De tal manera, el propio instinto de muerte sería puesto al servicio del Eros, pues el ser vivo destruiría algo exterior, animado o inanimado, en lugar de destruirse a sí mismo”.

El psiquiatra chileno Otto Dörr Zegers, en su ensayo Eros y Tánatos deconstruye esta simbiosis lingüísticamente: “La raíz etimológica de thanatos es tha y la única otra palabra griega con la misma raíz es thalamon, el tálamo nupcial. El thalamon es el lugar de la casa donde habita la esposa y es la habitación más central, pero también la más oscura. Thanatos o la muerte aparece vinculada entonces, por un lado, a la oscuridad y al encierro y, por otro, a la mujer y al amor”.

En este mismo escenario de amor y muerte como móviles evolutivos, Freud discurre sobre una constante histórica en la que “los individuos notables con fuerza espiritual o claridad en las ideas fueron denigrados, maltratados o despiadadamente eliminados por sus semejantes”. Ubica así a los “individuos notables” como protopadres que después de eliminados, ascendieron a la categoría de divinidad y recurre a la figura de Jesucristo.

Su análisis no puede globalizarse ni ser concluyente ya que otros individuos fueron igualmente apreciados y ejecutados sin convertirse en divinidades, tal es el caso de Sócrates o Alejandro Magno quien fue divinizado en Asia pero murió en su lecho.

El asunto que se dispara en el desarrollo teórico de Freud, es que generaliza desde la visión occidental de la culpa Victoriana y sus estudios de la psique humana fueron abordados exclusivamente desde la fenomenología y de las conductas sociales de Occidente.

Freud no aborda a la homosexualidad como vínculo del Poder en las sociedades violentas y Otto Dörr Zeger introduce a la cama únicamente a los heterosexuales. La realidad histórica indica que tanto los jerarcas de los grandes imperios, los conquistadores más violentos, los gobernantes de naciones poderosas antiguas y modernas: “privilegiaron y privilegian a la bisexualidad y a la homosexualidad”.

Ciertamente estamos hablando de amor y muerte, no de reproducción, quizá por ello, los griegos encerraban a las mujeres en el Gineceo, mientras los hombres, en el Andrón, disfrutaban sexualmente entre ellos.

Las aproximaciones teóricas desde el psicoanálisis freudiano segregan y generalizan la conducta humana olvidando matices y valores equidistantes, contienen sí, algunos interesantes trazos para estudiar algunas sociedades humanas que nos legaron las improntas de la sexualidad y de la violencia, cuyas características, ciertamente son innatas en todas las sociedades humanas. Ahora bien, su comprensión, convoca a matizar los análisis en el marco de la evolución social y ponderar las diferencias entre las sociedades urbanas, militaristas, agrícolas y ganaderas, con las sociedades de cazadores y recolectores, estas últimas constituyen el 90% de la historia humana.

En el ámbito paleolítico y particularmente en las improntas plásticas recientemente descubiertas en Sayburç, Turquía, futuras excavaciones darán luz al entendimiento de las normas sociales de nuestros ancestros paleolíticos y comprenderemos de mejor manera a las representaciones de la virilidad masculina que se relacionó con la fiereza de los animales alfa.

Editor: Claudio Obregón Clairin

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