Persiste la indolencia del gobierno municipal ante la contaminación de suelo, aire y manto freático en pleno corazón de la zona maya de Quintana Roo, con toneladas de basura procedentes de la ciudad y las obras del Tren Maya y el Aeropuerto de Tulum

SALVADOR CANTO / EQUIPO DE INVESTIGACIÓN DEL DESPERTADOR DE QUINTANA ROO

La indolencia de las últimas administraciones del municipio de Felipe Carrillo Puerto ha generado un grave problema ambiental en el corazón de la zona maya, debido al mal manejo de su tiradero a cielo abierto (TCA), desbordado por montañas de basura a orillas de la carretera que conduce a la comunidad de Señor, situación que ha empeorado en los años recientes, exhibiendo no solo la grave omisión del ayuntamiento actual al respecto, sino que ahora también incurre en un acto de complicidad al no pronunciarse sobre las sospechosas circunstancias del incendio que se desató en dicho basurero desde el pasado 20 de mayo, y que presumiblemente fue provocado.

Sin embargo, la desaparición entre las llamas de toneladas de desechos acumuladas no obsta para evadir la responsabilidad de la autoridad municipal en torno a un evidente colapso ambiental por su desatención a ese tiradero, que no solo viola el Derecho a un Medio Ambiente Sano, sino que incumple –y por mucho– la Norma Oficial Mexicana NOM-083-SEMARNAT-2003 en materia de sitios de disposición final de residuos sólidos urbanos y su manejo especial, lo que debería ser objeto de sanciones, porque se trata de un claro crimen ambiental conceptuado.

Don Raymundo, una persona de la tercera edad que vive en lo que llegó a ser la caseta de control del basurero, no tiene duda de que dicho incendio fue inducido: “Ya había tanta basura acumulada que era imposible estibarla y aplanarla con máquinas, por lo que a alguien se le ocurrió echarle fuego desde la parte de atrás y como había muchos productos plásticos (mangueras y tubos de conducción de cables eléctricos, llantas y otros desechos procedentes de las obras del Tren Maya y del aeropuerto de Tulum), eso fue lo primero que se quemó y las llamas avanzaron sin control por el aire y con el calor que había en esos momentos, en menos de 48 horas todo se salió de control y se convirtió en un infierno”, relató.

Imágenes obtenidas mediante un dron, complementadas con un recorrido terrestre hecho en el lugar por el equipo de investigación de El Despertador de Quintana Roo evidencian que, extrañamente, solo el perímetro del TCA fue el que se incendió, lo que confirmaría el testimonio de la persona que habita ahí.

Y aunque se creía que las fuertes lluvias de hace dos semanas que se registraron en la entidad ayudarían a sofocar en su totalidad el incendio, todavía existen varios puntos con humaredas que brotan del suelo, lo que muestra que el fuego aún está activo por debajo de la basura, como efecto del acumulamiento de gas metano producido por la descomposición de los desechos que llevan varios años en esas condiciones, lo que hace que el lugar sea todavía más peligroso.

También se observó que se ha formado una extensa laguna de lixiviados, que es el líquido formado durante los procesos de fermentación y descomposición de la materia orgánica acumulada en el vertedero, que arrastra compuestos químicos y materiales biológicos que, sin tratamiento adecuado, puede contaminar los suelos y las aguas superficiales y subterráneas, como ya está ocurriendo en Felipe Carrillo Puerto, porque no existe ningún mecanismo instalado, como geomembranas, que contenga el escurrimiento del líquido putrefacto.

Lo más preocupante es que el gobierno municipal que encabeza Maricarmen Hernández Solís no solo no ha planteado alguna medida para atender el grave problema ambiental que se ha generado ahí, sino que mantiene la permisibilidad de que continúe depositándose basura en el lugar, incluyendo la que producen los megaproyectos federales circundantes, aunada a las 60 toneladas de desechos que genera diariamente la ciudad, lo que podría provocar que las llamas se reactiven en cualquier momento.  

La ley prohíbe TCA en cualquier municipio del país

Desde hace varios años están prohibidos los tiraderos a cielo abierto (TCA) como el de Felipe Carrillo Puerto, que incumple con las leyes ambientales, porque representan un serio problema de salud pública y peor aún para quienes están expuestos constantemente a la basura, como es el caso de quienes se dedican a recoger los desechos y sus familias.

En el 2017, la Cámara de Diputados aprobó un dictamen que reformó la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos, a fin de prohibir que los estados y municipios utilicen o autoricen TCA para residuos sólidos urbanos y de manejo especial.

Uno de los artículos reformados fue el 9, donde se señala, de manera más clara, que los estados tienen a su cargo la gestión integral de los residuos de manejo especial, es decir, aquellos generados en procesos productivos que no se consideran peligrosos, y la autorización del manejo integral de éstos.

También se modificó el artículo 10 para precisar que los ayuntamientos, como órganos colegiados, tienen a su cargo la gestión integral de los residuos sólidos urbanos, es decir, aquellos generados en las casas habitación y en la vía pública, así como la autorización para su manejo integral.

Al igual que en el precepto 9, se indica que “por ningún motivo se considera como manejo integral depositarlos en tiraderos a cielo abierto” y que la responsabilidad de las autoridades municipales, cuando autoricen o impidan el establecimiento de uno de estos tiraderos será directa e incluso extensiva a los colaboradores administrativos, y sus acciones se considerarán agravadas.

“Alguien le prendió fuego al basurero”: cuidador 

Durante un recorrido hecho por el equipo de investigación de El Despertador de Quintana Roo por el tiradero, se pudo platicar con don Raymundo, un acapulqueño de 70 años que vive desde hace nueve meses en el basurero, en lo que fue la caseta de vigilancia del lugar.

“Tengo un amigo que compra chatarra que una vez fue a pasear a Acapulco y nos hicimos camaradas y cuando pasó lo del huracán (Otis) lo contacté y me dijo que me viniera para acá, no me quise quedar ahí en su negocio y me recomendó aquí donde vivo, yo estoy solo porque mi familia se perdió allá en mi tierra”, explicó.

Narró que el incendio del basurero no se ha sofocado ni con las lluvias pasadas porque todavía hay muchas llantas y mangueras de plástico debajo de la basura. 

¿Cómo comenzó el incendio?, se le preguntó y sin titubear afirmó: “Alguien pasó por allá atrás, la lumbre comenzó como a las 3 de la tarde (del 20 de mayo) y en poco tiempo abarcó todos los montículos de la basura”.

Dijo que llegaron los bomberos que “medio rociaron (echaron agua), se dieron la vuelta” y se estacionaron a la orilla de la carretera “solo a ver que el fuego avanzara”.

Autoridades culpan al “efecto lupa” por el incendio

Aunque desde un principio las autoridades municipales aseguraron que el incendio de dicho basurero fue producto del “efecto lupa”, que consiste en que algún fragmento de vidrio expuesto directamente a los rayos del sol, aunado al intenso calor, provocó la conflagración que inicialmente tardó en ser controlada alrededor de dos semanas, pero durante la primera semana de junio extrañamente se volvió a reavivar el fuego, aunque con las fuertes lluvias de hace dos semanas se apaciguó un poco, pero no del todo.

Sin embargo, las evidencias gráficas y el testimonio de la persona que vive entre la inmundicia de lo que fue la caseta del lugar, muestran la fuerte posibilidad de que el incendio haya sido provocado para consumir la basura acumulada y continuar usando el lugar como tiradero a cielo abierto, sin importar las violaciones a las leyes ambientales y la falta de control en cuanto a la disposición de residuos peligrosos.

Es de remarcar que la Ley General de Prevención y Gestión Integral de los Residuos (LGPGIR) establece entre sus múltiples disposiciones que, en la legislación de los gobiernos estatales sobre la generación, manejo y disposición final de residuos sólidos urbanos, se prohíbe incinerar basura a cielo abierto además de la disposición final de neumáticos y eso es lo que precisamente ocurre en el municipio de Felipe Carrillo Puerto, en donde la autoridad local no ha salido ni siquiera a dar una explicación coherente en torno a lo ocurrido. 

Imágenes de dron exhiben crimen ambiental

El equipo de investigaciones de El Despertador de Quintana Roo sobrevoló un dron que permitió reforzar las sospechas de que el incendio fue intencional y, sobre todo, conocer la magnitud del daño ambiental que ha provocado la operación del TCA.

Oficialmente, el gobierno municipal considera que todo el predio abarca alrededor de 16 hectáreas, pero que, de estas solo el 50% son utilizadas para el vertedero de los desechos de manera dispersa, es decir, sin orden ni control.

Extrañamente, en las imágenes aéreas se observa que solamente el perímetro marcado dentro del basurero es lo que se ha quemado y no existe afectación por el fuego a la parte selvática, lo que corroboraría la versión de que el siniestro habría sido provocado como una manera de justificar un saneamiento que le permita al gobierno municipal seguir utilizándolo con ese mismo fin.

A pesar de que el municipio de la Zona Maya alberga proyectos federales importantes como el Tren Maya, el Aeropuerto de Tulum y la Puerta al Mar, padece desatención en cuestiones esenciales, como el manejo deficiente de los desechos en un vertedero a cielo abierto.

El tema ha sido objeto de investigaciones periodísticas de El Despertador de Quintana Roo durante los últimos meses, disponibles en los siguientes links:

Basurero de FCP, bomba ambiental

Noviembre de 2023

https://acortar.link/7hN2Zm

Aeropuerto y Tren Maya aumentan ecocidio en basurero de la Zona Maya

Enero de 2024

https://acortar.link/UpoJn3

  • Se denomina basurero a cielo abierto a aquellos sitios donde se disponen residuos sólidos de forma indiscriminada, sin control de operación y con nulas medidas de protección ambiental y a la salud humana.
  • Se le llama relleno sanitario a un área de disposición en tierra con métodos de ingeniería para desechar los residuos sólidos de tal manera que se minimicen los riesgos ambientales y que cuenten con un saneamiento básico.
  • En México el 87% de los tiraderos de basura son a cielo abierto y sólo 13% son rellenos sanitarios, según datos del Instituto Nacional de Geografía e Informática (INEGI).