Roberto Guzmán

Reconocer los desafíos que Quintana Roo enfrenta en materia de derechos humanos es reconocer que aún falta mucho por hacer frente a prácticas inaceptables que conducen a violaciones que atentan por lo general contra la dignidad humana, como son la discriminación, la homofobia y la xenofobia. Así mismo contra grupos en condición de vulnerabilidad como son las mujeres, los niños y los discapacitados. Al igual contra migrantes, refugiados, y/o desplazados, como también contra un gran sector de las comunidades LGBT.

Los derechos humanos son normas que reconocen y protegen la dignidad de los seres humanos y rigen la forma en que los individuos vivimos en sociedad para relacionarnos con los gobiernos y con nosotros con nuestras propias obligaciones, mismas que debemos tener todos y hacia cada uno de los otros.

Los derechos humanos obligan a los gobiernos a que tomen medidas de protección y a nosotros y nosotras como individuos, a no olvidar que tenemos responsabilidades como lo es el no olvidar llevar a cabo actos que pudieran vulnerar los derechos de otros.

Tengamos presente y recordemos luego de 60 años de aquellas atrocidades cometidas durante la Segunda Guerra Mundial y que propiciaron que la ONU aprobara la Declaración Universal de los Derechos Humanos el 10 de diciembre de 1948, misma que hasta el día de hoy garantiza la seguridad de nosotras las personas contra el trato arbitrario del estado y gobiernos.

Hace unos meses en el país vecino, miles de mujeres y hombres salieron a las calles en seis estados de la Unión Americana, a demostrar brazo y unidad ante el umbral de un grupo de legisladores republicanos que como neofascistas derogaron el derecho a decidir de las mujeres sobre sus cuerpos, modificando la Ley para penalizar el aborto, por lo que ante esta iniciativa votada se puso en riesgo a la nación no solo en el tema del derecho a decidir, sino también en el derecho a la libertad de conciencia, al juicio justo, a la intimidad y a la familia y los derechos políticos, económicos y de igualdad ante la ley de todos los norteamericanos.

No hay duda que esta decisión del Congreso violentó las prerrogativas que en toda democracia prohíbe el que se utilice la fuerza sin que ello se encuentre legalmente autorizado, lo que para ello se tendría que hacerse en las sustracciones que indican las leyes y del modo que ellas precisaran.

En Quintana Roo, el Congreso saliente al igual que el Ejecutivo estatal del cambio, dejaron en entredicho los derechos humanos y el reconocimiento a la igualdad, como el derecho a decidir de las ciudadanas quintanarroenses sobre su cuerpo, que quedaron solo en retórica, en promesas acordadas pero no cumplidas, cuyos argumentos quedaron únicamente en simulaciones, al no haber estado el tema en sus agendas.

En unas cuantas semanas Quintana Roo contará con su primera gobernadora, cuya gestión en Benito Juárez, ante malas decisiones de su secretario del Ayuntamiento, quedó marcada por una grave represión a feministas en el área del palacio municipal, atentatoria contra el derecho humano de todas ellas y que terminó en disparos y persecuciones, conductas violatorias ante el derecho consagrado en nuestra Constitución. 

No permitamos, amigo lector, ante una nueva Legislatura por iniciar y que antes de comenzar sus trabajos ya manifiesta confrontaciones, que por intereses políticos y propios de sus partidos pudiese comenzar actuando con autoritarismo de modo que, por un grave desconocimiento a las reglas de la democracia y sin un sostén legal, sus decretos o modificaciones a la ley pudiesen reprimir a cualquiera por ejercer un derecho en convivencia organizada, y se atente con actos violatorios contra aquellos a quienes por sus ideas podrían considerárseles peligrosos y enemigos de la Democracia.